INSATISFACCIÓN
Con el tiempo he aprendido que la insatisfacción es una gran aliada. A veces, caigo en la trampa de querer deshacerme de ella, porque trae consigo grandes dosis de frustración y desesperación. Me abre un vacío de aquellos que no pueden llenarse con nada y me hace imposible quedarme quieta. Viene y se roba la calma. -¿Como es posible que no esté contenta con nada? -¡Que desagradecida soy! -Nada me satisface. -¿Si no soy feliz con esto que tengo, lo seré con algo?
Es incómoda e incorrecta. Claro que quiero eliminarla.
Es causante de mucho sufrimiento.
O eso he creído. Pero el sufrimiento es mío.
Sufro porque creo que la satisfacción es la meta. Pero no lo es.
La insatisfacción es aliada. Es la manera en que mi Ser me dice: ¡Muévete! Atiende tu llamado. Porque vivir en paz y saber que la plenitud no depende de nada externo, es sólo una parte de nuestro propósito. Uno fundamental, pero no el único. También tenemos una misión. También vinimos a compartir algo que sólo nosotros podemos entregar. Somos parte de un todo en el que nuestra colaboración es indispensable.
Así que la insatisfacción seguirá visitándonos para decirnos: ¡No te acomodes! Hay algo que aún tienes pendiente. Hay algo que te comprometiste a compartir. Hay algo que traes contigo y que has de entregar al mundo. He descubierto entonces, que cuando atiendo ese llamado, y empiezo a hacer aquello que sé que es mi misión, me siento de nuevo plenamente satisfecha. Todo esta alineado y sincronizado y las piezas encajan a la perfección. Sin esfuerzo.
No hay nada de malo con sentirse insatisfecho. Es tan solo una alarma para despertarnos a nuestro Ser auténtico. Vivir auténticamente tiene mucho que ver con descubrir nuestra misión personal y colectiva y poderla llevar a la acción.
¿Quieres saber como descubrir tu misión?
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