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Foto del escritorAna Maria Constain

No quiero vender


Eso no vende, me han dicho infinidad de veces. 

-- Usa otras palabras, acorta el texto, explícalo de otra forma, contrata un diseñador, estudia el mercado, recorta aquí, maquilla allá -----  en últimas, sé alguien más.


Lo he intentado. Vaya si lo he intentado. He hecho los cursos, he aprendido las técnicas, me he dispuesto a oír las asesorías, he hecho las encuestas, he estudiado las cifras, he observado las reacciones con atención, he contratado a los expertos, he seguido los consejos, ignorando mi intuición, he invertido tiempo y millones que no tengo con la esperanza de algún día recoger la cosecha. 

Como buena estudiante que he sido, he hecho la tarea. 


No me gusta vender, he dicho yo infinidad de veces. 

-- No tienes opción. En este mundo todo es un producto en venta y si es gratis, entonces tú eres el producto. El mercado, un campo de batalla. Si no aprendes el arte de la guerra, mueres. Te extingues. Estás condenado a la pobreza. A la miseria. A la escasez. Estarás del lado de los perdedores que son esclavos de los que sí saben las reglas del juego. 


-- Es fácil. Me han repetido hasta el cansancio. Eso ya está inventado. Y si no quieres contrata a alguien. Has empresa. Crece. No es cuestión de recortar presupuesto sino de ganar más. 


¡Tú vales!  (Sí, yo valgo)


¡Vales! Tu tarifa ha de reflejar tu valor. Cobra más. Has estudiado. Te has formado. Has invertido mucho en llegar hasta donde estás. ¿Sabes cuánto gana Fulanito? Tú eres mejor. Lo que tú sabes vale oro. Lo que tú haces tiene que llegar a todas partes.  Tienes ideas millonarias. ¿Si amplias tu mercado sabes cuántas utilidades podrías tener? 

Luego podrás poner el dinero a trabajar por ti. Tu cuenta crecerá sin mover un dedo. Tus ventas se multiplicarán. ¿Sabes cuánto pagan en Europa por eso que tu haces? Podrías ya ganar en Euros. 


Vende. Véndete. Aprende a decir lo que quiere oírse. A verte como quieren verte. Tu imagen importa. Usa todos tus atributos que para eso los tienes. Manipula mentes y emociones para lograr tu objetivo. Hazles llegar, luego ya podrás hacer lo tuyo y habrá valido la pena. El fin siempre justifica los medios. Si no lo haces, nunca llegarán y se perderán de todo eso tan bueno que tienes por dar. Un mal menor, por un bien mayor. 


He caído, por supuesto. Miles de veces he caído en la trampa. 

Porque no recibir un salario fijo más prestaciones, ni vacaciones pagas, ni bonificaciones, ni subsidios de ninguna índole, ni patrocinadores, ni financiadores, ni benefactores... es muy difícil. Pero depender de ellos, tal vez peor. Entonces he intentado jugar el juego, porque de algo tengo que vivir y muchas veces no he visto más opción que hacer empresa, convertirme en marca y empaquetar en producto todo eso que puedo dar para poder hacer plata: el fin último del capitalismo.


Haz plata. Más plata. Duplícala, triplícala, inviértela, hazla crecer. Obsesiónate. No pienses en nada más. Que el signo pesos se convierta en tu única meta. Porque la plata es lo que te permite vivir bien, ser libre, cumplir tus sueños y hacer posibles todos esos proyectos tan lindos que tienes, pero que sin plata jamás llegarán a sus destinatarios. Sé realista, así son las cosas. Sin plata desaparecerán en el mundo de las ideas. Quedarán atrapados en el mundo de los idealistas, románticos y soñadores que nunca llegan a ninguna parte y mueren en la miseria. 


Mentira. 

Me he creído todas esas mentiras desde luego. Porque la alternativa es inconveniente y pide de mí renuncias y duelos y tomar acciones que hasta ahora no he estado dispuesta a hacer. La alternativa pide de mí hacer ajustes, nada menores, que requieren energía y decisiones casi imposibles que por el momento no que podido tomar.

¿Por qué? Aún es pronto para sacar conclusiones. 


No me gusta vender, porque lo que ofrezco no está en venta. Yo no soy comerciante. Mi saber no pertenece al mundo mercantil. He creído que sí muchas veces. Lo he racionalizado para poder vivir en paz. Me he dicho lo que he tenido que decirme para dar de comer a mis hijas y pagar el estilo de vida tan propio de ésta lógica, pagando cifras astronómicas por cosas que no deberían comprarse. He necesitado pertenecer a un mundo que pide esa boleta. Toca. Así son las reglas. Me ha tocado. No he podido hacerlo de otra manera. Al menos hasta ahora. 


No quiero vender más. Y aunque aún no tengo resuelto el asunto algunas claridades empiezan a revelarse. 


Quiero hacer lo que sé hacer porque no tengo más remedio. Porque no hacerlo me marchita. Quiero escribir porque mis dedos lo piden y mi alma lo aclama. Compartir lo que brota de mi ser, aunque no siempre se entienda. Crear grupos y permitir que la consciencia misma emerja y el amor se manifieste, como es natural. Quiero divulgar, comunicar y compartir sin intentar convencer, y sin acudir a trucos infames para conquistar a otros. Quiero ofrecer mi vocación. Dar al servicio mi corazón. Poner mi voz para que llegue a quienes puedan beneficiarse un día cualquiera. Sin convertirlo en estrategias de mercadeo que algún día me darán un retorno a mi bolsillo. Sin cobrar de tantas maneras porque “nada en esta vida es gratis”. Lo que quiero es que circulen los recursos. Así ese recurso sea monetario, entendiendo que valor no es lo mismo que dinero y que la plata es tan sólo un medio de canje. Quiero recibir lo justo para mi sostenimiento, comprendiendo que la reciprocidad no es siempre directa y que no puede medirse con fórmulas exactas. Quiero ser clara en los canjes que propongo. Dejar de ganar plata y empezar a crear sostenibilidad. Ampliar el concepto de riqueza, y dejar de pensar en la abundancia como un alguien que llegará cuando abra la puerta correcta. Reconocer que recibo un montón con el solo hecho de dar y que me siento afortunada de dedicarme a ser en mi hacer.

Renuncio a decir lo que vende. A ofrecer sólo lo que el público pide comprometiendo la integridad. Renuncio a convertirlo todo en producto a consumir y a convencerme de que las leyes del mercado aplican para todo. Renuncio a insultar la capacidad de la gente. A subestimar sus multiples inteligencias. Renuncio a creer que la evolución depende de viles estrategias humanas que lo que hacen es reforzar eso que impide la evolución misma.  

Así que renuncio a vender consciencia, a negociar el amor, y a buscar lucro en  cualquier iniciativa espontánea de generosidad. 


Desisto. No quiero participar más en el consumismo que me insiste que puedo consumirlo todo: personas, contenidos, información, cuerpos, alimentos, objetos inútiles, artilugios de moda y energía de toda clase para saciar mis vacíos y llenar mis arcas, teniendo en mi dominio siempre un poco más de la cuenta, por si acaso, sin pensar siquiera un poco en las implicaciones que esto tiene en todo mi entorno.


No sé si podré. Quizá tenga que tragarme mis palabras algún día. Sé que me voy a contradecir. Me voy a equivocar. Me engañaré de nuevo y me justificaré y me convenceré otra vez para apaciguar la frustración de no lograrlo. Tal vez en el camino descubra nuevas cosas. Puede ser que me retracte y aprenda una nueva lección. 


Quiero decirlo de todas maneras para intentarlo. Para descubrir a otras personas en el mismo empeño. Para al menos cambiar el relato repetido y abrir una posibilidad distinta. Para al menos cuestionar lo que parece una verdad tan absoluta. No quiero hacer solo ajustes en el lenguaje que resulten en otra estrategia más. Quiero pillarme mis propias trampas. Hacer ensayos y denunciar mis radicalismos. Porque esto no es una pelea con nadie, ni con nada. No es una campaña anti-cualquier cosa. No es un desprecio o demonización del dinero o una batalla contra ningún enemigo. 


Es una declaración de un deseo. La confesión de un anhelo. La manifestación de una visión que se hace cada día mas lucida. 


No quiero vender. Nunca me ha gustado. Y hoy por primera vez en mi vida creo que es posible vivir una vida plena y sostenible sin hacerlo. 


Ya veremos.




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1 Comment


Que lindo escrito Ana!! Me identifico. Gracias por ponerlo en palabras

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